1 Pediatra. Unidad de Atención Temprana. Distrito Sanitario Málaga. Málaga. España.
2 Pediatra. Unidad de Atención Temprana. Distrito Sanitario Málaga. Málaga. España.
3 Pediatra. CAP Sant Ildefons. Cornellà de Llobregat. Barcelona. . España.
“El peor error es no hacer nada por pensar que es poco lo que se puede hacer”.
E. Burke
El desarrollo de la medicina depende de la capacidad para generar nuevo conocimiento, conocimiento que se obtiene gracias a la investigación. La formación en metodología de investigación permitirá al pediatra de Atención Primaria la lectura crítica y madura de los artículos que se publiquen y, sobre todo, diseñar sus propios estudios nacidos a partir de sus necesidades o intereses clínicos.
Partimos de una idea. Esta idea puede ser fruto de distintas circunstancias: de la práctica o necesidad clínica, de las necesidades de un servicio, de la literatura científica, o de la relevancia social. La idea debe acotarse lo más posible, hasta convertirla en una pregunta concreta, que será el eje del estudio, y que definirá el objetivo de la investigación: responder a nuestra pregunta. Es decir, tener clara la pregunta lleva implícito tener claro el objetivo, que es la esencia del estudio, y en función de este se diseñará el tipo de estudio (descriptivo, analítico, o experimental).
Debemos tener en cuenta que en ocasiones para un mismo problema se pueden plantear distintas preguntas que conducirán a diseños diferentes, por lo que desde el inicio debemos tener estas consideraciones muy claras.
Investigar es intentar responder preguntas, siguiendo una metodología que nos permita acercarnos a la respuesta más válida posible.
Nos encontramos ante una situación que queremos aclarar:
Lo habitual es que a partir de un escenario clínico surja una idea (Figura 1); debemos conocer el marco teórico, realizando una primera búsqueda bibliográfica, que nos permite acercarnos al nivel de conocimiento que se dispone y a delimitar lo más posible nuestra pregunta.
Figura 1. Pasos del método científico. Mostrar/ocultar
Esta primera aproximación teórica nos permite, además, conocer las dificultades que han surgido en otros trabajos, qué tipo de estudio han diseñado, cómo han intentado solucionar las dificultades o cómo han definido o medido las variables.
Antes de continuar, debemos comprobar que nuestra pregunta sea adecuada. Para ello, se han definido los criterios FINER, acrónimo de Factible, Interesante, Novedosa, Ética y Relevante.
Debería plantearse así mismo la aplicabilidad y la utilidad final de la posible respuesta a nuestra pregunta, que, aunque van de la mano de la relevancia, no siempre coinciden.
La pregunta debe ser lo más concreta posible, incluyendo los elementos fundamentales del problema.
Debe responder a preguntas del tipo quién, cuándo, dónde, cómo, y por qué.
Siempre que sea posible, y buscando la máxima concreción, se aconseja que se estructure siguiendo el formato PICO, acrónimo que hace referencia a paciente, intervención, control y resultado (outcome).
En ocasiones se añade un quinto término: T, que hace referencia al tiempo necesario para poder medir los resultados o el tipo de estudio.
Si se quiere saber cuántos niños obesos hay en nuestra una ciudad, en la pregunta se debe incluir la población (entre qué edades y en qué lugar) y lo medido, en este caso obesidad, según peso o según índice de masa corporal (IMC). No habría intervención ni comparación.
Si se plantea conocer la eficacia de una nueva pomada antibiótica para el tratamiento del impétigo en consulta, tendría que incluir:
En ocasiones el investigador no plantea el diseño a partir de una pregunta, sino a partir de una hipótesis. Tras estudiar un tema, plantea la hipótesis como la respuesta esperada a la pregunta. No todos los estudios tienen por qué partir de una hipótesis; los cualitativos o los descriptivos en ocasiones son exploratorios, y por tanto generadores de posibles hipótesis.
Las hipótesis pueden ser descriptivas o analíticas, referidas a la relación entre dos variables, relación que puede ser causal o no. Estadísticamente, la hipótesis nula plantea que no hay diferencia entre los grupos de comparación, mientras que la hipótesis alternativa plantea que sí hay diferencias (pero estos últimos conceptos como decimos tienen que ver con la estadística, no con el diseño del problema de investigación).
Por ejemplo: ante la pregunta: ¿es más frecuente la incidencia de infecciones respiratorias de repetición en niños de dos años que fueron prematuros tardíos y que acuden a la escuela infantil que en aquellos niños que nacieron a término?
Se puede plantear la hipótesis “los niños que acuden a guardería y que fueron prematuros tardíos tiene mayor incidencia de infecciones respiratorias”.
Gallego Iborra A, del Castillo Aguas G, Balaguer Martínez JV. La pregunta de investigación. FAPap Monogr. 2021;6:3-5